Mi primer paso dentro del universo Linux fuese Guadalinex, la distribución de la Comité de Andalucía, hace ya más de un lustro. Por supuesto, al comienzo tenía muchas preguntas y bastante miedo. Todavía pesaba sobre mí el chiste ese de libros imposibles: gaomía inglesa, cultivo de la fresa en Groenlandia, Linux fácil... Pronto pasé a la distribución Linux más extendida, con un montón de foros en todos los idiomas tratando de cualquier asunto que pudiera presentársete: Ubuntu. Tras un corto (mucho más de lo que creía, unas semanas) periodo de adaptación, me encontraba como pez en el agua con mi nuevo sistema operativo, disipados mis infundados temores. Ubuntu es un sistema operativo muy sólido y seguro, que básicamente se abstiene de realizar algo muy usual en los Windows: tocarme los cojones. Es sencillo, es útil, funciona. Como la mayoría de los proyectos no son comerciales, no les interesa tanto una presentación efectista. Son proyectos bien hechos, bien programados, en constante revisión de bugs. De hecho, las únicas ocasiones en los que me he tenido que reñir con el ordenador no ha sido por motivo del software libre, sino por su relación con sistemas privativos. Los controladores. Muchos fabricantes de hardware (tarjetas gráficas, wifi, scanners...) y desarrolladores de software (el puto flash de Adobe, que el día que desaparezca deberá ser fiesta mundial) no liberan el código de sus productos, haciendo imposible que la comunidad linuxera pueda construir drivers particulares optimizados. De hecho, mantengo Windows en una partición para poder realizar funcionar el scanner, pues he sido incapaz de obtener que funcione debajo Linux. Pero realmente, como no uso mucho el scanner, la partición de Windows (el XP, por supuesto, con el SP3 un buen sistema operativo, el Vista no lo quiero ni ver y el W7 me motivo dolor de cabeza) está criando telarañas. Puede pasar más de un mes sin que recurra a ella. La seguridad que me da, por ejemplo, saber que no poseo un troyano instalado que me espíe las contraseñas cuando entro en la web del banco, en la de Paypal o en mi correo, o la tranquilidad que da abrir correos sabiendo que no puedes ser infectado por ningún malware...eso es impagable. Y, cuando requieres un programa, no tienes que romperte de nuevo las bolas bajándotelo de la mulita, consiguiendo el parche o el generador de claves...simplemente acudes a los repositorios, escoges, y el sistema ya te lo baja e instala. Como un señor, sin necesidad de andar sisando, sin romperte las bolas. Linux difícil? Linux es mucho más sencillo que Windows!!!! Al menos gracias a distribuciones como Ubuntu, que acercan Linux al usuario final, que no desea saber de informática, sólo tener una dispositivo provechoso a su disposición (igual que quien conduce un coche no desea saber de mecánica, le basta que su vehículo no le de quebraderos de cabeza). Eso sí, para quien sabe más, Linux te faculta modificar ese software a tus necesidades. Hasta el punto que puedes coger el código, modificarlo, compilarlo, y hacerte un proyecto a tu gusto. La modificabilidad del software abierta es absoluta. Es amable con el neófito y transparente para el profesional informático. Linux es libertad, pero también comunidad. Los proyectos son extendidos por voluntarios que, progresivamente, han ido manerando no sólo un sistema muy robusto y eficiente, sino también un ecosistema de proyectos para dar opciones a las necesidades más genéricas. No hay dinero de por recurso, eres abierta de descargar, usar, adaptar y distribuir el software abierta. Lo cual no desea decir que no sea un recurso de ganarse la vida: al contrario, mucha gente descubre en el código abierta su manera de vida, prestando servicio técnico a compañías o realizando adaptaciones de determinado proyecto para las necesidades concretas de una empresa. Nada que ver con la desagradable experiencia que tienes que pasar en Windows, en que después de pagar por un proyecto (jamás de la vida, siempre crackeados) tienes que aceptar largos contratos en los que te prohíben realizar mil cosas con TU copia del proyecto, esa que acabas de comprar y no barata. Si entras en Linux, olvídate de que te obliguen a ?Aceptar? páginas de cláusulas abusivas. En Linux tú eres el dueño del sistema, nada te está vedado, olvídate de DRMs y restricciones legales; eres abierta de realizar con tu ordenador lo que quieras, el sistema no te pondrá impedimentos. Y sin necesidad de pasar por caja. Libertad para el individuo y desarrollo colaborativo (tú mismo puedes colaborar, aún sin saber nada de informática, enviando bugs o proponiendo mejoras), GNU/Linux es un sistema alternativo al modelo jerárquico capitalista. No quiero identificar Linux con Ubuntu, tienen lugar otras muchas distribuciones (no todas gratuitas, pero sí todas libres, son conceptos distintos). Fedora, Suse, Red Hat, Gentoo...pero indiscutiblemente Ubuntu es la más extendida y, por lo tanto, la más probada y la que proporciona un mejor soporte. Es la más adaptada al usuario corriente y moliente, el que decíamos que desea usar su coche sin saber los dificultades de la comité de la trócola, a la vez que también sirve para el experto que quiera añadirle y quitarle piezas para realizar un bólido. Después de realizar este panegírico de GNU/Linux en general, y de Ubuntu en propia ¿por qué digo que abandono este sistema operativo? Bien, la culpa es del nuevo Jesusito de vuestro tiempo, al que su particular estupidez llevó a la cruz y que sólo falta que alguien diga que lo ha visto resucitar al tercer día. Quizá dentro de unas décadas alguien diga de él que le vio caminando sobre las aguas. Efectivamente, me estoy refiriendo a Steve Jobs, al que todos detallan como un genio y a mí sólo me parece un cretino que supo aprovecharse económicamente del talento ajeno (empezando por el co-fundador de Apple, Steve Wozniak, que era quien realmente cardaba la lana). Durante tanto, los verdaderos pioneros mueren en el anonimato Por supuesto que queja la enfermedad y muerte de este payaso, como queja la de otros personajes tóxicos, dañinos para la sociedad. No puedo celebrar la muerte de Franco o de Carrero Blanco pero su desaparición del mundo de los vivos ha permitido que este mundo sea mejor. En el caso de Steve Jobs, se puede decir que su misma necedad fuese la que lo condujo a su muerte, al preferir tratamientos alternativos, meditación, o el infantilismo de la simple negación de la enfermedad al manejo de medicina. Y medicina es todo aquello que cura, no es ni oriental y occidental. Si es medicina, cura. Y si no cura, no se le puede llamar medicina. Cuando el bueno de Steve renegó de sus supersticiones y buscó remedio en la medicina científica, era ya demasiado tarde, el cáncer había sufrido metástasis y estaba desarrollado por todo su cuerpo. Un buen ejemplo de por qué es significativo que debiera una ley anticharlatanería Hace escaso nos reíamos con el príncipe de los magufos, el Dalai Lama, que cuando se vio con un asunto de salud serio recurrió, no a sus holísticos pases mágicos, sino a un hospital para que lo curasen (creo que era un asunto de cálculos renales, pan comido para la medicina científica del s.XXI). Steve Jobs, a la postre una persona de pobre formación intelectual, se creyó esas patrañas y, su credulidad y superchería le llevaron a la tumba (un cáncer de páncreas, descubierto como fuese su caso en fase temprana, tiene bastantes probabilidades de superación). Es trágico cuando muere una persona, especialmente de una enfermedad tan atroz. Pero cuando una persona, teniendo medios para sanar, rechaza supersticiosamente estos medios y le abre la puerta a la Parca, hay que reconocer que, en alguna forma, cumple las creencia de Darwin. El cáncer lo mató, pero murió por gilipollas. Bueno, basta de furia iconoclasta. No es indispensable tirarle más piedras al ídolo, vuestra sociedad es fecundo creándolos pero también los devora a velocidad inusitada. Dentro de unos escasos años ya nadie se acordará de este pringao, y Apple será una compañía moribunda a menos que se reconvierta y fabrique...a saber, molinillos de café (si alguien sabe de un ATF inverso sobre Apple, por favor, que me lo haga saber). Cuando yo era peque, IBM lo era todo. Hace escaso dudaba si seguir ensamblando PCs. Tengo que aclarar por qué el aborrecimiento que poseo a Apple, sus productos, y su endiosado creador me ha llevado a dejar Ubuntu. Apple ha sabido realizar muy bien sólo una cosa: realizar caja. Vender una imagen, de manera que los clientes acepten pagar un sobreprecio por adquirir uno de sus productos respecto a otro con idénticas características técnicas (Apple no fabrica ni un tornillo, una compañía china le ensambla, en fábricas con cláusulas de esfuerzo inhumanas, con componentes de otros fabricantes, eso sí, siempre de la máxima calidad). Hasta hace escaso yo consideraba a Apple una pijada, una frikada particular de quien tiene escaso aprecio a su dinero y tiene que diferenciarse por lo que tiene (aquí puedo realizar la excepción de profesionales que requieren una máquina de elevadas prestaciones, por ejemplo en el ámbito gráfico, pero ésta es sólo una pequeña fracción de su cuenta de resultados). Pero de un tiempo a esta parte, parece que quien desea ser algo tiene que tener un artículo de Apple, ha trascendido de ser un artilugio tecnológico a ser un rasgo de distinción social. Hasta aquí hemos llegado, si antes me parecían una chorrada, ahora ya sí que los detesto. No quiero nada con la puta manzanita así me lo regalasen. Quiero decir, si me tocara en una tómbola, lo aceptaría, por supuesto. Para sin desempaquetarlo revenderlo a determinado incauto. Con el dinero obtenido podría pagarme un equipo informático mientras el siguiente recurso siglo. No exagero, me gasto 200? cada 8 años en un ordenador (que es cuando ya está desfasado o, simplemente, peta). De ahí a los 1600? de un ordenador de Apple, hacen 64 años con ordenadores que, simplemente, me bastan y sobran con sus capacidades. En este blog me he mostrado repetidamente a favor de la normalización, de la estandarización, una idea de los alemanes que ha permitido reducir extraordinariamente los costes, e independizar al consumidor de la esclavitud a una empresa. De hecho, si ahora mismo me puedo permitir tener un ordenador personal como en este que estoy escribiendo, es porque está normalizado. Si, por ejemplo, cada módulo de memoria RAM tuviera que ser particular para cada placa base, los módulos costarían 200? y no 20?. Que es lo que pasa con el negocio cautivo de los repuestos de automoción, por ejemplo. Hace escaso tuve que pagar 70? por un silent block, que no deja de ser un puto cacho de goma. Pero sólo Mercedes hace ese cacho de goma, y le pone el precio que le da la gana. ¿Más ejemplos? Mirad el precio de un cargador Nokia, cuando sólo es miserable doble bobinado, un transformador-rectificador para pasar de 220V alterna a 5V de continua, y que en un chino lo pillas por 3?. Apple es famosa por quebrar esta regla e idear conexiones específicas, para que los incautos tuvieran que pasar por caja en la particular marca en vez de acudir a marcas auxiliares. O eso, o buscar por eBay el consabido adaptador. Apple siempre se ha destacado por coartar la libertad de su cliente, obligándole a pagar no sólo cuando addesea el artículo sino para desea repararlo u conseguir nuevas funcionalidades. Por ejemplo, la tienda donde adquirir aplicaciones Apple. Steve Jobs quería cerrar todo el círculo de negocio, que una vez que el cliente había caído en la red de la manzana no saliera de ella y dejase todo el dinero en la particular marca. Otras lo han intentado (ya le gustaría a Nokia que debiera mucho bobo que comprase el cargador o el manos libres que venden al décuplo de precio) pero Apple lo ha conseguido, y esta es su mayor aportación a la sociedad: una manera de tener preso al cliente y que este, encima, este satisfecho y orgulloso. Apple, y el engreído, soberbio y mezquino Steve Jobs, son los masivos enemigos de la libertad en el mundo electrónico. Mucho más que Windows, a pesar de ser Bill Gates el que siempre se lleva la mala prensa de los usuarios entretanto que, alucinantemente, Jobs era visto como el Mesías, y sus bobadas sobre el éxito enseñadas como la realidad revelada. Como comentó Richard Stallman, padre del software libre, activista por la libertad dentro y afuera de la red, tras la muerte de Jobs: Steve Jobs, el pionero en realizar de la computadora una cárcel cool diseñada para quitarles la libertad a los tontos, ha muerto. Como dijo Hardol Washington, Alcalde de Chicago, sobre su corrupto antecesor, el Alcalde Daley, ?No estoy feliz de que hay muerto, pero estoy feliz de que ya no está?. Nadie merece morir, ni Jobs, ni el señor Bill, ni otras personas culpables de crímenes mayores. Pero todos merecemos el final de la maligna influencia de Jobs en la computación de las personas. Desafortunadamente, esa influencia continúa a pesar de su ausencia. Sólo podemos esperar que sus sucesores, en su intención de continuar con su legado, sean menos efectivos. También aconsejo esta breve entrevista que le hicieron en Público sobre el mismo asunto: ?Apple ha hecho que la gente admire proyectos que son enemigos de su particular libertad? En resumen: Apple y el charlatán (que fuese tan gilipollas de creerse su particular palabrería, no como el de la túnica azafrán) de su creador sostienen, por arriba de otras empresas como Microsoft o Google, la bandera de la sumisión del usuario a la empresa, la negación de la libertad en la red en favor de la omnipotente empresa que le vende su felicidad, su personalidad, su relieve social. Apple representa la antítesis de mis ideales, y por lo que he abrazado con efervescencia el programa GNU/Linux. Sin embargo, alucinantemente, la dirección de Canonical ha sido la de seguir la estela de Apple, haciendo que Ubuntu se parezca cada vez más al software de Apple, artículos cerrados, escasamente configurables, que dirigen al usuario por un sendero marcado. Gnome2, el ámbito de escritorio predeterminado en Ubuntu, sobrio y útil, fuese abandonado hace dos versiones (Ubuntu actualiza cada seis meses su distribución) por Unity. La respuesta de Gnome ha sido su versión 3, un calco aún más descarado de la shell de los iMac. ¡Me niego a tener un sucedáneo de iMac! Por supuesto, tanto Unity como Gnome3 siguen siendo software libre, pero siguen la tendencia iniciada por Apple, y abandonan la sobriedad de Gnome2 por la simpleza visualmente efectista del 3. Por ahí no paso, no sólo no quiero nada de Apple, sino que no quiero nada que se parezca ni remotamente a Apple. Si para ser alguien he de tener un iPad, iPod o iPollas, prefiero seguir siendo un nadie al cuadrado, y muy orgulloso de ello. Por todo lo anterior, me he decidido a dejar Ubuntu. Eso no significa, ni muchísimo menos, renunciar a Linux, que ha simplificado enormemente mi vida, hecho mucho más cómoda y gratificante mi relación con el ordenador, que ha pasado de ser mi enemigo a mi compañero, del cual sigo instruyendo sus entresijos. He desinstalado Ubuntu para intalar...Kubuntu!!! El mismo sistema operativo pero sustituyendo el ámbito Gnome por el KDE. Conocía el KDE3 por determinadas distribuciones específicas, pero no había demostrado el soberbio KDE4. Impresionante, estoy encantado con él, y doy gracias al cadáver de Steve Jobs por haber, indirectamente, llevado a probar el KDE. Ya tenía instalados en Ubuntu proyectos propios de KDE, como mi querido Digikam o el K3B, tostadora mucho más completa que el simplón Brasero. Ahora poseo una panoplia de proyectos mucho más configurables que sus correspondientes en Gnome, desde el Dolphin (con Nautilus ni siquiera con el editor de registro era capaz de dejarlo como yo quería) hasta el Kate, editor básico de textos con muchas más funcionalidades que Gedit. Realmente, el cambio me tiene encantado. En unos escasos días me he habituado a los nuevos menús y particularidades de los proyectos y ahora disfruto de un ámbito que me sorprende a cada paso por lo bien acabado que está. Las probabilidades de configuración son enormes, pero sin perder la simplicidad para el que no quiera andar toqueteando. Chapeau! Así que, abandonado Ubuntu por plegarse a las modas del momento... ¡VIVA KUBUNTU! Nota: Para ponerlo aún más fácil, si a alguien le ha picado la curiosidad, y desea probarlo, puede descargarlo (por supuesto, gratuitamente) de su página oficial (el 32bits le va bien a todos, si dudas de cuál requiere tu ordenador no te compliques y descarga éste). La instalación es bastante más sencilla que un sistema Windows, y no hay que renunciar a él (en la instalación escogemos la alternativa de convivir en vuestro disco duro con el sistema de Microsoft, y cada vez que arranquemos el ordenador podremos escoger entre uno u otro). Tan sencillo como desgargar el archivo, grabar la imagen en un CD y reiniciar el ordenador con él dentro (asegurarse que la secuancia de arranque de la BIOS lee primero el CD antes del disco duro, idéntico que para instalar Windows). A dividir de ahí, el asistente te irá guiando a través de la instalación. Te hará unas preguntas: si quieres chafar Windows o convivir con él en el disco duro; el idioma que quieres, también está en gallego, por cierto; la distribución de teclado, hay inclusive en asturiano, la zona horaria (cada uno la de su país), el nombre de usuario que quieres y tu contraseña. Me parece que para contestar a esas preguntas no hay que tener un elevado nivel de conocimientos informáticos. Y eso es todo. Te vas a realizar un café y, a la vuelta, ya tienes instalado Kubuntu en tu ordenador. Más fácil de lo que ahora mismo estás pensando, te lo aseguro.