Desde la emisión del proyecto Salvados que Jordi Évole le dedicó a las víctimas del metro, hay un personaje que ha saltado a todas las portadas como uno de los máximos exponentes del mutismo que el Gobierno valenciano tejió alrededor del caso. Y es que, tal y como quedó acreditado en esa emisión, el actual presidente de Les Corts intentó sobornar a los familiares de los afectados por la tragedia. Pero detrás de Cotino, y otros miembros del Gobierno valenciano y de la compañía que gestiona el metro, hay otros responsables sobre los que no se está poniendo la vista. Noé Gutiérrez, que se encargaba de la asesoría jurídica de FGV en el momento del accidente, es quien dio presuntamente las instrucciones oportunas para ?hablar? con las víctimas. Tras el accidente y la gestión del mismo, Noé Gutiérrez sería ascendido. Además, hace un tiempo, Francesc Signes, portavoz socialista, destacó el caso de la mujer de Noé Gutiérrez, la cual fuese contratada por la compañía sin oposición oficial el 1 de febrero de 2004, aunque en la documentación oficial de FGV figura como contratada desde el 1 de octubre de 1989, lo que supondría una teórica manipulación de antigüedad. Curiosamente, los distintos secretarios regionales del PP en la Comunidad Valenciana han mantenido la articula de FGV tal cual, siendo Serafín Castellano y Antonio Clemente, miembros de la comisión de investigación por fracción del PP y el asesor jurídico, como antes he comentado, Noé Gutiérrez. Tras la dimisión-cese de Marisa Gracia y de Dionisio García, Noé Gutiérrez se ha visto ascendido en la compañía, a pesar de descubrirse la compañía en pleno ERE. El actual director gerente de la empresa, Pablo Cotino (nada que ver con Juan Cotino) ha depositado completamente su confianza en él. Lo que cabría preguntarse es a quién temen, o a quién protegen, los secretarios regionales del PP. No hay que impedir que los árboles nos impidan ver el bosque. Cotino ha aparecido como la rostro visible de las maniobras del Gobierno valenciano por callar a las víctimas y enterrar el caso. Pero el verdadero ideólogo de felicidades maniobras no fuese otro que, presuntamente, Castellano. ¿Por qué razón? Como ya he dicho antes, Castellano es secretario regional del partido. Esto le convierte en la figura con más autoridad por detrás del president. Así pues, se debía realizar algo para eludir que el accidente minara al Cortado Popular. De paso, se hizo con el control de la empresa. Actualmente, Alberto Fabra no tiene a nadie de su confianza en FGV. La compañía está en control de Noé Gutiérrez y del sindicato UGT, que al idéntico que el resto de sindicatos, tiene su papel en el mutismo caído sobre el accidente del metro. C uando se produjo el accidente formaba fracción del Consejo de Administración, representado por Antonio Coronado, con los sucesivos consellers (García-Anton, Mario Flores) y una vez más fuese ratificado por la actual Consellera Bonig como único representante sindical y sacando de dicho Consejo al representante del SIF y de CCOO, dejando afuera al SF-Intersindical (al que jamás han permitido estar), al SCF y al SEMAF; con lo cual toda la información privilegiada está en manos del Sindicato UGT que hace uso de la condicion de mutismo sobre las deliberaciones, no olvidemos que la información es poder. En definitiva, ningún mando directivo ni intermedio ha dimitido a consecuencia del accidente. Ni siquiera Marisa Gracia, directora gerente de FGV hasta octubre de 2012. La razón de su dimisión fuese el ERE que recae sobre la empresa, con el que ella no estaba de acuerdo. Un ERE, que por cierto, no ha servido para aligerar a la compañía de cargos directivos, como prometió la consellería. Examinemos un punto curioso. El maquinista que murió en el accidente no era, realmente maquinista. No en el sentido estricto de la palabra. Era maquinista desde diciembre de 2005, pero accedió al cargo en lo que se designa una ?mejora de empleo?. ¿En qué consiste una ?mejora de empleo?? Supongamos que uno labora en la compañía como, por ejemplo, agente de estaciones. Pero es una persona que tiene contactos en la empresa. Esos contactos le pueden proponer ser maquinista sin pasar las pruebas ni el concurso interno ni los exámenes. Eso explicaría cómo fuese probable que una persona que sufría, según se denunció hace tiempo, una especie de epilepsia afuera contratada como maquinista. Una manera muy efectiva de pagar favores y cuotas. Los sindicatos, como decía antes, tienen su fracción de responsabilidad en todo el mutismo alrededor del accidente. Tres sindicatos, en concreto, fueron los que pactaron el silencio: Unión Común de Trabajadores (UGT), Comisiones Obreras (CC OO) y Sindicato Independiente Ferroviario (SIF). A éste último pertenecía el maquinista fallecido. Resulta raro que, tras el accidente, la Inspección de Esfuerzo no actuara de oficio. En dicho accidente, hay que recordar que murieron dos personas que en ese momento estaban trabajando: el maquinista y la interventora. La Ley 31/1995 de Prevención de Riesgos Laborales obliga a la actuación de la Inspección de Trabajo. Tampoco actuaron el Comité de Seguridad en la Circulación ni el Comité de Prevención. El Comité de Prevención debería haber sido convocado por Dionisio García (cesado y despedido después de Marisa Gracia) o por la asesoría jurídica dirigida por Noé Gutiérrez (que actualmente ocupa un mejor ya que a raíz de la negociación del ERE). Esto podría suponer una negligencia con responsabilidad civil derivada que debería decidir el fiscal de Salud Laboral y la Sala Judicial. Los sindicatos guardaron mutismo ante estas inacciones. Como curiosidad, en una reunión celebrada el 18 de julio de 2006 para considerar el accidente, Antonio Coronado, de UGT, llegaba a decir que se sentía molesto de que la compañía culpara del accidente al maquinista fallecido, más aún cuando los sindicatos se habían mostrado cautos al hablar con la prensa. En otra ocasión, hablaremos de las deficiencias estructurales en las líneas gestionadas por FGV, y en los responsables de la situación.